1. ¿Es igual la manera de enfocar el tema de la brujería en los textos A, B y C? Explica por qué.
2. Intenta hacer un breve resumen del contenido de cada uno de los textos que has leído junto con una frase que exprese la idea central de los mismos (un eslogan)
TEMA: “EL ESOTERISMO”
TEXTO A
¿Quiénes fueron las brujas?
La tradición las hace hermosas, la religión las convirtió en víctimas aunque, en realidad, eran mujeres de campo, que sanaban cuerpos y almas.
Capaces de volar sobre una escoba, realizar conjuros y dadas a los placeres de la carne; así las contempla la tradición. La religión las convirtió en víctimas con una caza que las convertiría en uno de los episodios más negros de la historia de Occidente.
Se sabe que la mayoría de las llamadas brujas vivían en el campo, eran mujeres mayores, de escasos recursos, que desempeñaban los oficios de sanadoras, curanderas o comadronas. Antes de la reforma y de la aparición del Tribunal de la Inquisición, no se suponía que tuvieran trato con el diablo sino que se las llamaba para que, con sus filtros y ensalmos, curasen los cuerpos de los enfermos o las almas de los enamorados.
En ellas persistía la tradición pagana, las invocaciones en altares no oficiales. Viudas o solteras la mayoría, fueron víctimas de una misoginia feroz porque los hombres las veían poderosas y amenazantes, y su impulso sexual resultaba sospechoso.
Clara Obligado, Revista MH (Ideal), 22-1-2000.
TEXTO B
La forma más corriente de la magia brujeril comportaba el uso de yerbas, drogas y otras sustancias que tenían, o se suponía que tenían, propiedades que curaban o mataban o influían en el deseo a la capacidad sexual. El aspecto inocente de esta magia era la simple práctica de "la medicina campesina". Entre las brujas había mujeres que poseían un amplio conocimiento de yerbas y drogas transmitido de generación en generación. Algunas de estas eran medicinalmente beneficiosas, pero en la brujería se las hacía más eficaces mediante palabras y hechizos mágicos. La fe en la magia, por parte de quien la utilizaba, contribuía al proceso curativo. A este respecto, la bruja fue muy pronto una réplica paralela del médico brujo de los pueblos actuales. Muchas brujas eran al mismo tiempo comadronas.
Según cronistas de la época, las brujas empleaban su magia medicinal casi exclusivamente con fines malignos, ya que sus pociones eran venenos, afrodisíacos o producían alguna otra clase de mal. Pero debe recordarse que todos los textos de este período fueron escritos por los enemigos de las brujas,
los cuales consideraban tan venenosos los "bebedizos de bruja", que Shakespeare los describió así:
Escama de dragón, diente de lobo,
Humores de momia, fauces y entrañas
De voraz tiburón de agua salada,
Raíz de cicuta arrancada en la noche,
Hígado de blasfemo judío,
Hiel de macho cabrío y esquejes de tejo
Plantado bajo el eclipse de luna,
Nariz de turco y labio de tártaro,
Dedo de recién nacido estrangulado
A la charca arrojado por una ramera.
Historia de la Brujería, Frank Donovan. Colección Clásicos Juveniles.
TEXTO C
Estuvimos contemplando el abate y yo el castillo y el magnífico parque próximo.
- Si quiere usted, entraremos -me dijo él- ; conozco al actual propietario.
- No, gracias. Se me puede hacer tarde, y quiero volver al pueblo para la noche.
- ¿Vuelve usted ahora?
- ¿Por Vera o por Echalar?
- Voy por Vera.
- Iremos juntos hasta el crucero.
Volvimos los dos a Urruña, nos despedimos de nuestro anfitrión, Dasconaguerre, y, a caballo, emprendimos el camino de retorno.
Hablamos el abate de Sara y yo de una porción de cosas, y, entre ellas, de la fama de brujería que goza una buena parte de Navarra, sobre todo los alrededores de Zugarramurdi.
- Sí, en toda esta comarca ha habido brujas -me dijo Dualde d`Harismendy- , y lo más curioso es que muchos centros de brujería estaban en las iglesias. La iglesia de Urdax, la de San Juan de Luz, la capilla del espíritu Santo, del monte Larrum, y otros establecimientos religiosos, eran focos de brujería.
Y ¿qué era esta brujería? - pregunté yo.
- Pues no lo sé. He leído varios procesos, entre ellos los de Logroño, que trae Llorente en la Historia crítica de la Inquisición, y el de San juan de Luz, que está contado con detalles en el libro de Pierre de Lancre titulado Cuadro de la Inconstancia de los malos ángeles y demonios, y no he podido formar una idea clara del asunto. Había, indudablemente, en esta brujería reminiscencias de cultos antiguos, mezclados con prácticas de sortilegios traídos de Bearn. Lo que hace más confusos los procesos es, sin duda, que los jueces españoles y franceses no sabían vascuence ni los procesados francés ni español.
- Entonces es muy difícil que se entendieran.
- ¡Figúrese usted unos jueces severos y supersticiosos, capaces de dar crédito a los mayores disparates, y uno procesados llenos de susto y sobresalto, dispuestos a afirmar cualquier cosa si los perdonaban!
- Sí; se explica que el asunto quedara enmarañado.
- Por cierto, tengo una pequeña historia de brujería en que aparece una señorita de Uturbi, de ese castillo que hemos visto en nuestro paseo.
Pío Baroja. La dama de Uturbi. Alianza Cien.
3. Lee a continuación, el siguiente texto y haz un resumen del mismo con tus propias palabras.
El sol todavía no ha salido. Es el último domingo de octubre y estamos a varios grados bajo cero. El parabrisas de la furgoneta está cubierto de hielo; pero los manchegos se preparan para una fiesta muy esperada, después de días de intenso trabajo. Amy Randall viaja a La Mancha para ayudar a recoger la especia más cara del mundo.
He llegado a La Mancha para asistir al tradicional concurso de la Monda de la Rosa del Azafrán, que se celebra, el último domingo de octubre, en la gran plaza de Consuegra.
La plaza está tan llena de gente que apenas se puede pasar. Los jóvenes van vestidos con trajes típicos; un grupo de danzas interpreta los bailes regionales y en unos puestos improvisados se pueden degustar los sabrosos quesos manchegos.
Las mesas para el concurso están preparadas. Sobre los manteles blancos hay montones de flores malva, las rosas del azafrán, que guardan en su interior unos valiosos estigmas.
Estos diminutos estigmas son los verdaderos protagonistas de la fiesta, porque con ellos se hace el azafrán, la especia más cara del mundo, que se usa tradicionalmente en la cocina española para dar sabor y el color amarillo a platos típicos como la paella. El uso de esta especia es muy antiguo. Se han encontrado restos de azafrán en las momias egipcias; Homero lo menciona en sus escritos y los romanos crearon con él un afrodisíaco.
El mismo día del concurso, la familia de José Moya, que me ha invitado a asistir a las fiestas, se levanta antes de salir el sol. Están cansados después de varios días de duro trabajo, pero entre ellos reina un ambiente festivo. Para ellos, como para tantas otras familias de la zona, hoy es el último día de la cosecha del azafrán y sólo les quedan por recoger las flores de un campo.
Después de desayunar, cargamos en la furgoneta las cestas de mimbre; rascamos el hielo de los cristales y salimos al campo manchego. Todavía estoy medio dormida y no me parecen la hora y el lugar más adecuados para recoger la famosa y delicada especia.
Con las primeras luces del día, compruebo que los campos pedregosos que rodean al pueblo han florecido.
—Es el día del manto —dice la abuela que está sentada a mi lado—. Se llama así al día en que salen la mayoría de las rosas, cubriendo los campos de un manto de flores.
La abuela tiene razón; cientos de pequeñas flores malva crecen en líneas paralelas. La familia sale rápidamente de la furgoneta; cada uno coge una cesta y se sitúa al principio de una de las filas de flores y sin decir nada, empieza a recogerlas.
—¿Por qué tienen tanta prisa? —le pregunto, bostezando a José—. ¿Va a empezar el concurso?
—No, el concurso es dentro de unas horas —me responde—, pero antes tenemos que recoger las rosas de nuestro campo y hemos de hacerlo pronto, antes de que salga el sol. Las flores, mojadas con el rocío, deben recogerse cerradas y enteras. Cuando el sol las abre es muy difícil recogerlas intactas.
Muy decidida, me uno al grupo empezando por una de las filas, pero, pronto me doy cuenta de que el trabajo es más duro de lo que pensaba. Hay que doblar la espalda para recoger unas flores que apenas pesan unos gramos; pero mis compañeros, acostumbrados al trabajo, siguen agachados, recogiendo una fila tras otra, casi sin parar.
En unas pocas horas, hemos conseguido recoger todas las flores del campo y con las cestas llenas volvemos a la furgoneta. Vamos a llevarlas al pueblo antes de dirigirnos a Consuegra, al concurso de la monda.
—¿Cuánto azafrán crees que hemos recogido? —le pregunto a José—, aquí hay un montón de flores.
—No te hagas ilusiones —me contesta— la nuestra es una producción muy pequeña, familiar. Hacen falta nada menos que 80 000 flores para producir una libra (460 gr) de azafrán. Por eso es tan caro, porque el proceso de producción se hace a pequeña escala y es largo e intensivo. El precio sube y baja según la producción y la demanda, pero ha habido veces que el precio del azafrán ha sido más caro que el oro.
—Ya estamos llegando a Consuegra —exclama Isabel, la mujer de José.
Y me alegro porque el traqueteo de la furgoneta está acabando con mis huesos.
En el horizonte aparece la línea de molinos de viento sobre la colina y pienso en Don Quijote, el famoso héroe de La Mancha. Hoy también se celebra el Día Mundial de los Molinos de Viento.
El concurso está a punto de empezar. Consiste en sacar, en el menor tiempo posible, los estigmas de cien flores. Participar en el concurso requiere una gran destreza y ganarlo es, para los manchegos, un gran honor y un premio a un trabajo duro que, sin embargo, hay que hacer con mucha delicadeza. José Moya va a tomar parte en él.
—Yo lo gané una vez hace diez años —comenta la abuela orgullosa—, pero ahora con la artritis ya no tengo ligereza en los dedos.
Cuando se da la señal, todas las manos empiezan a moverse con una agilidad asombrosa. Con una gran suavidad y rapidez, los concursantes van sacando los estigmas de las flores. Los dedos se van tiñendo de amarillo a medida que los platos se van llenando de unos hilillos rojos que brillan al sol de la mañana sobre los platos blancos. Las manos de José, unas manos de campesino, acostumbradas a la tierra áspera, se convierten, mientras dura el concurso, en ligeras mariposas.
—Mondar las rosas no es tan fácil como parece—explica Isabel con la mirada fija en las manos de su marido—; hay que coger la flor con una mano y abrirla, de manera que con la otra mano se puedan sacar todos los estigmas de una vez sin desperdiciar ni uno.
Todos los concursantes son rápidos, pero este año el más rápido es José, quien termina de mondar las cien flores apenas unos segundos antes que sus contrincantes.
Un aplauso general celebra su triunfo. El juez le entrega el premio: una placa conmemorativa. La familia lo abraza, orgullosa de llevarse el honor a su pueblo. Es la hora de volver a casa a comer el suculento gazpacho manchego que ha preparado la abuela. Es una buena recompensa para mi cuerpo cansado que ha trabajado duro para recoger, en una mañana fría, el oro carmesí, la especia más cara del mundo.